A Margarita y todas las pequeñas elefantas de su manada las obligan a comer flores de sabor muy desagradable, pero que les generan una piel de color rosa caramelo. Aunque Margarita no consigue que su piel se vuelva rosa. La propia presión de sentir que nunca será bonita, o que nunca nadie querrá casarse con ella, hace que se sienta muy triste, hasta que un día se da cuenta de que al resto de elefantes varones no se les ejerce esa presión; ellos son libres, pueden ser grises y pueden jugar en libertad … ¿por qué?. La belleza no está en la piel, sino dentro de ella. Finalmente descubrirá el significado de la libertad, que abrirá el camino de la igualdad para sus compañeras.